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Aquel Valle del Paso del Norte




 

📜 Aquel Valle De El Paso del Norte…


Entre 1955 y 1965 la aún pequeña Ciudad Juárez, experimento una serie de transformaciones e inversiones tanto del sector privado como del sector público.


En el año de 1965 la firma de arquitectos “Legorreta Arquitectos” de la Ciudad de México, con Ricardo Legorreta a la cabeza del diseño, vio terminado el proyecto que ellos habían diseñado para el Hotel Camino Real en Ciudad Juárez, el proyecto hotelero más grande y ambicioso que haya tenido la Ciudad.




Como prueba y testimonio fotográfico de ese logro, quedo en los archivos de la firma esta gran fotografía aérea del Hotel Camino Real y zonas adyacentes. Y ahí estaba en primer plano el majestuoso Centro Comercial del Programa Nacional Fronterizo, con el Museo de Arte, la Sala del Teatro y de Convenciones del INBA, el Lienzo Charro “Adolfo López Mateos”, la Escuela Primaria Abraham González, y el espectacular Centro Artesanal de Ciudad Juárez, además del Hospital del ISSSTE. La inversión privada la coronaba, además del hotel, el gran y más bello hipódromo de toda América; el Hipódromo y Galgódromo de Ciudad Juárez.


Sin duda, los años sesenta, marcaron con todas estas construcciones, una era jamás igualada en cuanto a monto y tamaño de las inversiones. Pero también tomando en cuenta que en los cinco años previos, de 1955 a 1960, se habían construido el Hospital del IMSS, en esa misma zona y la nueva Estación de Ferrocarril, en el Centro de la Ciudad. Además en esa área oriente de la nueva Ciudad, se habían construido la Plaza de Toros Monumental, el Hotel Riviera y los Boliches de Ciudad Juárez.




Pero estos grandes proyectos que detonaron el crecimiento de la zona oriente de Ciudad Juárez, trajeron como consecuencia que el Valle de Juárez se empezara a “alejar” de la Ciudad y se fuera perdiendo. En veinte años, a inicios de los años 80, la zona cultivable, que aparece en esta fotografía, habría de desaparecer en su mayor parte y junto con ella, los campos de cultivo, las huertas, las lecherías, e incluso algunos viñedos que aun existían en los años cincuenta.


Junto con ese crecimiento habrían de desaparecer decenas de acequias y las arboledas y alamedas que las bordeaban, los caminos vecinales de terracería y también aquellas albercas de “agua de pozo” que había por donde quiera, lugares comunes para los paseos y días de campo de los juarenses de entonces.


Y aquí, en esta fotografía, de hace un poco más de cincuenta y cinco años, podemos ver esas grandes inversiones, reconocibles si analizamos la fotografía minuciosamente, pero también podemos identificar esas zonas arboladas que nos hacen saber que ahí estaban bordeando un canal, una acequia y melancólicos caminos agrícolas, algunos de los cuales eran caminos principales, muy antiguos, bellos e históricos, como el Camino a San Lorenzo, el Camino Viejo a San José, el Camino Nacional y el Camino al Valle.




Y qué decir, también, de todas esas casas de adobe, grandes y chicas, y las bodegas que nos decían que ahí era un “ranchito”, con sus bodegas y hasta las casas y vecindades de los trabajadores agrícolas.


Una fotografía en la cual la ahora Ave. Plutarco Elías Calles es apenas un camino de tierra que termina en el Rio Bravo y donde la Ave. López Mateos apenas es un esbozo de lo que vendría a ser unos pocos años después.


El Juárez de entonces entraba a una época de ansiada modernidad, aunque también, y poco a poco, se iba perdiendo y alejando de ese pasado agrícola, campirano e histórico.


Al ver esta fotografía de 1965 con ese asomo al futuro de Ciudad Juárez, vienen también del pasado, como emisarios, aquellos recuerdos de aquel lejano presente de mediados del Siglo XIX que se convirtió en historia, de lo que era aquel Valle de Juárez…


Cuando el Cura Ramón Ortiz, fundo el pueblo de Guadalupe, con los mexicanos que decidieron seguir siendo mexicanos, de acá de este lado, y reubicados de Nuevo México, allá por el año de 1850 describió lo que en general era el Valle de Juárez, entre ese pueblo y la entonces Villa de El Paso del Norte, que como muchos viajeros describían, era en realidad un delicioso caserío desparramado en un valle verde a la vera del Rio Bravo.




“Este terreno, cosa de quinientas varas por toda la margen del Río, es un bosque frondoso y ameno y el resto el plano más igual y limpio que puede darse. Por el sur está limitado con una cordillera de colinas, que terminan con una tierra que llaman “del Pino”, llena de hermosos y extensos valles, regadas por riachuelos, no muy pequeños, sino que poco menores que los del valle…”


“¡Cuantas veces, olvidado del peligro de los indios, me he internado solo con mi caballo, en medio de estos hermosos bosques, y he considerado que puede perderse la oportunidad de poblar estas deliciosas tierras y recoger la inmensa utilidad que resultaría a México de establecer una barrera en sus fronteras.”


Ciertamente no se perdió la oportunidad de poblar esas tierras cien años después, pero el que fuera el inmediato Valle de El Paso del Norte empezó e perderse, hasta que el crecimiento urbano y la “maquila” se lo fueron “comiendo” poco a poco hasta “devorarse” incluso a la mayor parte de estas grandes inversiones de los años sesenta ya que con el paso de los años, el Centro Comercial Pronaf, la Plaza de Toros y el Hotel Camino Real, mismo serían demolidos.


Aquellos ranchitos, sus bodegas, sus acequias y caminos vecinales, fueron sustituidos por anchas avenidas y calles, llenas de casas y comercios y luego por decenas de fraccionamientos de calles apretujadas y llenas de carros y luego, ya por último, por grandes naves industriales ocupadas por la industria “maquiladora” o “maquilera”…


Crónica por Jaime Federico Rico.



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